El amor de Dios, no es un amor condicional, que cambiará
dependiendo de lo que nosotros hagamos. Su amor no lleva un “si…” condicional. No es que Dios nos ama si
hacemos bien esto, si estudiamos bien, si somos obedientes. El amor de Dios
tampoco es “Porque…”. No nos ama porque somos capaces, porque somos fieles,
porque tenemos mucho dinero,, porque tenemos salud.
El amor de Dios es “a pesar de…”. Es decir, que es “AMOR” (punto y final). Dios va más allá de todas
las condiciones y decide por su propia
voluntad amarnos. Nosotros recibimos ese amor gracias a la sangre que Jesús
vertió en la cruz. No es por nuestra justicia, obras o méritos propios.
Recibimos su amor incondicional por la gracia de Jesús al derramar su sangre
por nosotros.
Cuando amemos a Dios así, nos sentiremos gozosos de poder
asistir a la iglesia para expresarle nuestra gratitud, alabanza y adoración.
Debemos enseñar a otros a sentir amor
con un corazón ardiente cuando piensan en Dios, en la iglesia, en los pastores
y en la congregación. Y nosotros debemos dar el ejemplo primero.
Dios te ama y te bendice con amor eterno. Recibe el amor de
Dios en tu corazón y …¡Ámalo con gratitud y pasión!
[La gracia de Dios que derrama sobre una vida como de cizaña]/
Kang Jun-min
0 comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario!